Estimados lectores de ciencia, historia y misterio, permitidme presentaros una obra literaria original que realicé el año pasado con el objeto de materializar dos décadas de investigación acerca de la biografía "no cristiana", sino histórica, de Jesucristo.
Este trabajo recoge el testigo de otros muchos investigadores anónimos y conservadores del patrimonio histórico de la humanidad, a los que ni el fuego, ni la espada, ni el plomo, ni la vieja damnatio memoriae han logrado borrar de la conciencia colectiva.
Todo lo contrario, aquí están impregnando el texto de esta obra que resurge cual ave fenicia, templada a golpe de mazo y desprovista de las impurezas que agregaron los romanos de Nicea, cual acero que se redescubre a golpes contra un yunque.
A todos aquellos antecedentes proto-arqueológicos y custodios de la memoria que dedicaron sus vidas a preservar el puzzle de lo que hoy podemos comenzar a ver armado, hay que agradecer este trabajo, y no al cronista que tuve el atrevimiento de ser yo.
Os lo iré presentando poco a poco, cada semana un capítulo y un podcast, para que nadie se me atragante, pues avanzo que el resultado de esta investigación es muy sorprendente e inquietante. Muchos verán en sus corazones que es verídico lo que aquí les iré contando, pues están conectados de algún modo a esa conciencia colectiva que algunos llaman "espíritu santo" y otros "archivo akásico", pero a otros muchos no les va a gustar nada. No es fácil mirarle a la cara a la verdad histórica.
Yo no hice nada, por tanto, más que escribir, y reunir las pruebas que a otros les costó la vida, y a menudo, la más cruel de las agonías conservar. Yo sólo me he ocupado de recopilar esa conciencia dormida en las cenizas de los cuentos, esa bella durmiente que yace entre las líneas de los textos más antiguos y olvidados, y en los guiños de los artistas y las musas que se toparon con esa dolorosa realidad histórica tan difícil de encajar con la educación obligatoria.
Dada mi educación autodidacta y transversal, he tenido el privilegio de poder contrastar dichos guiños o genes literarios y artísticos con las fuentes exocristianas, o no cristiano-romanas, que he podido recabar a lo largo de estos años, para adherirla, por un lado, al registro arqueológico, y por otro, a la tradición esotérica hermética, para concluir configurando involuntariamente una idea bastante clara de quién fue el Jesucristo histórico, el supuestamente no encontrado, el genuino, y de qué es lo que hizo, cómo lo hizo y porqué, aquel mítico personaje que sirvió de piedra angular para el cristianismo, cuando todavía caminaba sobre la tierra y era el arquetipo viviente de otro mito mucho más antiguo de lo que se cree, y bien distinto, por no decir antagónico, del que hoy ocupa el centro del dogma cristiano.
Finalmente, debo agradecer a la sociedad del conocimiento por compartir su ciencia y permitir que fluya sin otro interés que el crecimiento humano, a la comunidad del software libre por poner al alcance de todos las mejores herramientas para la gestión de ese conocimiento y esa ciencia, y muy especialmente a Google por ser el marco mediador técnico, y el nuevo mecenas de este nuevo renacimiento que supone Internet, para que todas esas herramientas y ese material estén al alcance de todos por encima de los intereses comerciales, ideológicos, políticos y, como no, religiosos.
El Evangelio de Hermes lo componen en total unas 800 páginas de un texto con carácter de ensayo en el que a veces bromeo poniendo a Hermes en primera persona para sacarle al lector del sopor que produciría una tesis, y se trata de un texto que no tiene pretensiones económicas ni de reconocimiento literario, sino tan sólo de difusión, por lo que lo iré publicando aquí periódicamente sin otro coste para ti que el de tu propio tiempo y tus energías que, espero se conviertan en una sana inversión.
Gracias, por tanto, a todos los organismos mencionados por permitirme la ejecución y publicación gratuita de esta obra, y a todos vosotros por tener la paciencia de leerla. Si tenéis a bien compartir este material en vuestras redes sociales, dejar un comentario, o dar un clic en "me gusta", me habréis pagado con creces.
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